Trabajo con luz neón, con colores que vibran. Me
interesa el umbral entre lo vital y lo espectral, entre lo vegetal y lo
sintético.
Trabajo con esculturas inflables que toman la forma de flores monumentales. Son cuerpos suaves, vibrantes, que se activan al conectarse, como si una presencia las habitara. Son frágiles, temporales, y sin embargo contienen algo eterno. Una invocación.
Mi obra florece con aire y electricidad. Sin disfrazar los hilos, ni ocultar los motores: los muestro como raíces modernas, nervaduras expuestas de una flor que respira gracias a la técnica, el artificio, a la mano humana que aún busca el misterio.
Desde el contraste entre lo natural y lo artificial, sumado a la visibilidad de los mecanismos, puede leerse como una crítica, una poética del artificio o incluso una metáfora del mundo contemporáneo